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Carne: por qué cae el consumo y cómo podría impactar una intervención del Gobierno en el mercado


Destacan que, bajo una estrategia de comercialización en cortes, Argentina podría salir fácilmente de este círculo vicioso de discusión que continuamente confronta exportación con consumo


La Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes (CICCRA), a través de su presidente, Miguel Schiariti, manifestó luego de las declaraciones de Paula Español, secretaria de Comercio Interior, que amenazó con cerrar las exportaciones de carne: «Es una brabuconada».

«No creo que se vayan a animar a hacerlo, este país necesita los US$ 2.700 millones que ingresan por exportaciones de carne. Además, el cierre de las exportaciones va a generar aumentos de la desocupación, todo lo que emplea el sector frigorífico. Por otro lado, no creo que esta secretaria de Comercio (por Paula Español) quiera convertirse en un nuevo Gillermo Moreno, después de saber que el efecto de esa medida significa la pérdida del stock ganadero», respondió Miguel Schiariti.

Por otro lado, Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), manifestó: «El pulso (por declaraciones de Paula Español) debería temblarles cuando le dan a la maquinita de imprimir billetes, que es la verdadera causa de la inflación. Ahogar a la producción agropecuaria ya se probó en el pasado y trajo consecuencias negativas para todos los argentinos«. 

Carne: impacto de intervenciones

Juan Manuel Garzón, economista del IERAL (Fundación Mediterranea), repasó a principio de año que un factor que podría alterar todos los equilibrios del mercado es la política pública.

Garzón comentó por entonces que, en este plano, es de esperar, por antecedentes y contexto (año de elecciones), una interferencia creciente por parte del gobierno en los mercados de carne, que apunte a contener o restringir volúmenes de exportación. De efectivizarse, esta intervención no sería una buena noticia: «Si bien podría tener efecto y ayudar a estabilizar (y hasta reducir) precios en el corto plazo (vía re-direccionamiento de volúmenes hacia el mercado interno), sus efectos de mediano y largo plazos serían justamente los contrarios (precios más altos por caída de inversión y producción)».

No debe perderse de vista que un mercado que es intervenido (cualquiera sea el producto) pasa a ofrecer un menor retorno para quienes producen (hay un efecto de expropiación, una transferencia de recursos desde la producción hacia otro actor, que dependiendo del instrumento de intervención, podrá ser el Estado, los intermediarios comerciales u otros) y además un mayor riesgo (la intervención puede profundizarse, pueden aparecer nuevas exigencias legales, etc.); este menor retorno y el mayor riesgo se conjugan para conformar un escenario que tiene inexorablemente un costo en términos de inversiones, éstas se reducen y ralentizan, y de ese modo se va comprometiendo la capacidad productiva futura, hasta que, más temprano o más tarde, los efectos contrarios de la medida (menor producción, mayores precios) pasan a dominar el mercado. 

Por otro lado, Rosgan destaca que la actividad ganadera es uno de los grandes vehículos de agregado de valor de nuestras commodities agrícolas: «Miles de toneladas de soja y maíz que hoy se exportan sin procesar, podrían convertirse en más carne de pollo, vacuno o cerdo, incorporando valor. Además de todo ello, desde el punto de vista socioeconómico y cultural, una de las grandes fortalezas del sector es la capacidad de generar trabajo con arraigo en el interior, lo que confiere a la actividad una dimensión de territorialidad de alto impacto para el desarrollo de las poblaciones rurales«.

Argentina se posiciona frente a una enorme oportunidad de crecimiento en materia de exportaciones, siendo junto con Brasil los únicos países capaces de lograr un salto cuantitativo en producción. Aumentar la producción es precisamente el mayor desafío que enfrenta Argentina si se propone tomar esta oportunidad sin caer en la histórica tensión del tándem exportación-consumo.

Crecer en producción implica lograr mayor volumen de carne por animal en stock, es decir aumentar la productividad del rodeo nacional, actualmente situado en 54,5 millones de cabezas.

Los cortes parrilleros tan demandados por el consumidor argentino prácticamente no se exportan. Esto se convierte en una verdadera ventaja competitiva para nuestras carnes, al no competir en forma directa exportación con consumo. Claro está que esta diferenciación de productos por canal y destino, solo es factible de efectuarla siempre que la res pueda ser comercializada en cortes y no entera como se sigue descargando en el mercado interno.

Bajo esta estrategia de comercialización en cortes, Argentina podría salir fácilmente de este círculo vicioso de discusión que continuamente confronta exportación con consumo: «Nuestro país, podría seguir consolidando su mercado de exportación no sólo sin afectar el mercado interno sino también aumentando la oferta de aquellos cortes más consumidos por los argentinos», resalta María Julia Aiassa, analista de Rosgan.

Es decir, «podríamos disponer de más asados, vacíos, matambres o carnaza para milanesa, manteniendo precios accesibles para el consumidor local», añade y señala: «Si bien estamos hablando de como aumentar la oferta de aquellos cortes más demandados internamente, también es importante remarcar que hasta el momento el mercado no ha sufrido restricciones de oferta. Los datos de faena de diciembre, no hacen más que confirmar lo muy bien abastecido que se encuentra el mercado interno».

Recuerda además que el consumidor argentino, en promedio ingiere unos 110kg de carne entre vacuno, pollo y cerdo -considerando fuentes oficiales-, mientras que el resto de los países de la región consume en promedio menos de 100kg, en especial Uruguay con quien compartimos gran parte de la cultura gastronómica.

Carne: poder adquisitivo

Miguel A. Schiariti, de CICCRA, añade que la continua retracción del poder adquisitivo de las familias y el mayor nivel de desocupación, explican la contracción de la demanda de carne vacuna registrada en los últimos tres años, sumadas a los cambios de hábito de consumo. En tanto, el cambio de la política monetaria/cambiaria a partir de las PASO de 2019, primero, y la gran emisión de pesos para enfrentar los efectos de la pandemia/’cuarentena’, después, llevaron a los productores ganaderos a refugiarse nuevamente en la cría y engorde de la hacienda vacuna, lo que se tradujo en una menor oferta de corto plazo.

«El abandono de la política de crecimiento 0% de la base monetaria encarada entre octubre de 2018 y julio de 2019, hizo que las tasas de interés reales descendieran y con ello se recuperara el negocio de la cría/engorde de hacienda vacuna. Ello se reflejó en la reducción de la participación de las hembras en la faena total, que pasó de una fase de liquidación de existencias hasta el segundo trimestre de 2019, a una de retención/sostenimiento en los siguientes trimestres. La reversión del ciclo ganadero impactó en forma inmediata en la oferta de hacienda para faena», comenta.

Schiariti agrega que, a partir de mayo de 2020, con el relajamiento de la ‘cuarentena’, quedó en evidencia el exceso de oferta de pesos en la economía nacional. En ausencia de acceso a financiamiento voluntario, el gobierno nacional contó con la emisión monetaria como herramienta casi exclusiva para asistir a los grupos más afectados por la pandemia/’cuarentena’. Esto llevó a los productores ganaderos a comprar hacienda como forma de proteger el capital de trabajo, provocando que el precio de la invernada subiera a un ritmo elevado a partir de mayo. Combinado esto con el mayor costo del maíz en la segunda parte de 2020, llevó a los productores a realizar recrías largas de la hacienda para consumo sobre pasturas o a campo natural, lo cual extendió el plazo de ‘terminación’ del animal. Nuevamente, ello se tradujo en una menor disponibilidad de hacienda para enviar a faena. 

En consecuencia, desde el cuarto trimestre de 2017, que se volcaron al mercado interno 222 mil tn r/c/h promedio mensual, la absorción del mercado interno describió una tendencia descendente, no exenta de recuperaciones y retrocesos, hasta ubicarse en un promedio de 175,8 mil tn r/c/h mensuales en el primer trimestre de 2021. En los últimos tres años la producción de carne vacuna vendida en el mercado interno se contrajo 21% y llegó a establecer el volumen más bajo de los últimos dieciocho años. 

En marzo de 2021, tomando el promedio móvil de los últimos doce meses, el consumo (aparente) de carne vacuna por habitante se ubicó en 49,3 kg/año. En relación al promedio alcanzado en marzo de 2020, se registró una disminución de 2,5% (-1,28 kg/hab/año). Y cuando se contrasta con el pico alcanzado en marzo de 2008 (66,2 kg/hab/año), que fue cuando el consumo interno fue muy favorecido por la forzada liquidación de existencias y por las restricciones impuestas a las exportaciones, la contracción fue de 25,5% (-16,9 kg/hab/año).

Fuente: news.agrofy.com.ar

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