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En la confección de henolaje, la alfalfa les tira el fardo a los rollos


Hasta que llegue la primera helada, las alfalfas del centro de la provincia de Córdoba van a seguir dando proteína. Desde que arrancó su temporada de aprovechamiento, en septiembre pasado, su desempeño no ha sido sencillo. Con cinco cortes ya sobre sus espaldas, el cultivo terminará la época de confección de heno con una fuerte…


Hasta que llegue la primera helada, las alfalfas del centro de la provincia de Córdoba van a seguir dando proteína. Desde que arrancó su temporada de aprovechamiento, en septiembre pasado, su desempeño no ha sido sencillo.

Con cinco cortes ya sobre sus espaldas, el cultivo terminará la época de confección de heno con una fuerte caída en la producción. Esa escasez, que según el Inta rondaría 40 por ciento respecto de años anteriores, es la que en los últimos días elevó más de 15 por ciento el precio del kilo de la materia seca de los megafardos: de 2,60 pesos a más de tres pesos.

La menor producción, derivada de la falta de lluvias entre noviembre y marzo cuando la alfalfa expresa su mayor potencial, tiene un lado positivo: la mejor calidad del forraje. Un valor que los productores y contratistas que confeccionan heno buscan preservar con el uso de maquinaria cada vez más precisas y un manejo más eficiente de los momentos que comprenden la tarea.

“Hacer un heno de buena o de mala calidad tiene el mismo costo. En ambos casos hay que cortar, rastrillar y henificar”, sostuvo Federico Sánchez, integrante del Área de Mecanización Agrícola del Inta Manfredi.

El técnico fue uno de los disertantes durante la segunda Experiencia Forrajera y en Cosecha organizada por Claas Argentina, en su planta ubicada en Oncativo, y que contó con la participación de otras empresas vinculadas a la maquinaria agrícola y a la provisión de genética y protección de cultivos.

¿Rollos o megafardos?
Sobre una producción de cinco millones de toneladas de heno de alfalfa, el rollo lidera por amplio margen el formato de conservación para la alfalfa. Sin embargo, los megafardos vienen ganando terreno, de la mano de la introducción de las enfardadoras prismáticas, que permiten sumar kilos y escala.

Según datos del Inta, la alfalfa almacenada en megafardos alcanza a 900 mil toneladas, lo que representa 18 por ciento del total confeccionado; mientras que los rollos predominan con casi 70 por ciento del volumen henificado.

Se trata de dos mercados con actores diferentes, que no compiten entre sí. En la confección de rollos participan productores de menor tamaño, que disponen de un equipo integrado por una hileradora (si es con acondicionador mucho mejor), rastrillos estelares y una rotoenfardadora.

En cambio, en la elaboración de megafardos intervienen productores de mayor escala, que no solo confeccionan para uso propio, sino que también venden a terceros.

Si bien la exportación de megafardos ha comenzado a traccionar como negocio, el mercado interno es por lejos el principal cliente, en especial los grandes tambos y los corrales intensivos de hacienda. De las 900 mil toneladas de alfalfa en megafardos, solo 40 mil se exportan. El resto lo consume la demanda doméstica.

Zonas como el centro de la provincia de Córdoba y Santiago del Estero son las más prolíferas para el heno de alfalfa en megafardos. Desde allí se abastece al de Córdoba y de Santa Fe y la provincia de Buenos Aires, donde es más difícil producir ese forraje con calidad.

“Sea cual fuere la forma de confección, lo importante es hacerlo de calidad. Ya que la alfalfa no se suministra como antes, en un aro, sino que ahora integra una ración que se elabora en un mixer y que incide netamente en los costos de producción”, aclaró Sánchez.

Si se tiene en cuenta que el heno de alfalfa es un método de conservación de forraje seco, las etapas de corte, rastrillado y confección tienen que tener como objetivo sacarle el agua a la planta.

Por eso, la medición de la humedad se vuelve estratégica para lograr calidad.

“Estamos trabajando con una rotoenfardadora que tiene un valor de 40 mil dólares o con una megaenfardadora que cuesta 250 mil dólares. Por eso es clave utilizar un medidor de humedad, que tiene un costo de ocho mil pesos y permite una lectura inmediata del trabajo”, recomendó Sánchez.

Humedad y presión
Cuando la planta se encuentra en su etapa de botón floral es el mejor momento para el corte. Ahí la alfalfa tiene 80 por ciento de humedad y la meta es que llegue al 20 por ciento durante la confección, ya sea como fardo o rollo.

Por eso, durante la Expo Forraje organizada por Claas en Oncativo, la sugerencia de técnicos y de fabricantes fue que el corte se realice con una segadora con acondicionador, lo que permite acelerar la tasa de secado. Para Sánchez, cuando menos se tarde en secar la planta, mayor será la calidad.

De acuerdo con evaluaciones realizadas a campo, con una humedad en la andana de entre 18 y 19 por ciento, la recomendación es confeccionar un rollo con baja presión. Y, a medida que baja la humedad, aumentar la compresión. El límite de secado para trabajar es 13 por ciento.

Con 19 por ciento de humedad, las pérdidas de hoja y calidad son del uno por ciento, mientras que al 13 por ciento trepan al tres por ciento, precisó el técnico del Inta Manfredi.

Los dos formatos de confección tienen parámetros diferentes. En el rollo se comienza a trabajar con 20 por ciento de humedad y sin demasiada presión, al tiempo que en la confección de megafardos, la humedad puede llegar al 17 por ciento y con una mayor densidad.

El uso de red para preservar las hojas en la periferia del rollo es otro de los elementos que las empresas fabricantes de rotoenfardadoras ofrecen en pos de la calidad del heno.

Para atar un rollo con 32 vueltas de hilo, por ejemplo, una máquina requiere alrededor de 48 segundos, a un ritmo de tres segundos por cada una de las 16 vueltas que el rollo debe dar dentro de la cámara. Además, el método no evita las pérdidas periféricas de la hoja. En cambio, con la red, con dos vueltas queda atado el rollo y el tiempo insumido son 10 segundos y sin pérdidas por hoja.

Hasta 2008, el mercado de máquinas megaenfardadoras prismáticas era inexistente en el país. En la actualidad, el parque es de 195 unidades, a un ritmo de crecimiento de 30 máquinas por año.

A pesar de la fuerte demanda interna que tiene el heno en formato de megafardo, según el Inta un factor que limitó la venta de estos equipos fue la estabilización del precio interno de la tonelada de alfalfa entre 2013 y 2015. Una tendencia que cambió a partir del otoño de 2016, cuando a causa de los fenómenos climáticos con altas precipitaciones comenzó a crecer la demanda del megafardo como fuente de fibra.

Fuente: AgroVoz

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