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Mezclas forrajeras: ¿Qué hacemos donde no hacemos alfalfa?


Introducción Las pasturas consociadas fueron de uso común en casi toda la región pampeana durante muchos años. Sin embargo, el elevado potencial productivo de las alfalfas modernas y la amplia mejora genética disponible para el productor modificaron los planteos pastoriles regionales. Así, donde antes se sembraban mezclas complejas con numerosas especies, los productores comenzaron a…


Introducción

Las pasturas consociadas fueron de uso común en casi toda la región pampeana durante muchos años. Sin embargo, el elevado potencial productivo de las alfalfas modernas y la amplia mejora genética disponible para el productor modificaron los planteos pastoriles regionales. Así, donde antes se sembraban mezclas complejas con numerosas especies, los productores comenzaron a sembrar alfalfas puras. Esto permitió simplificar el manejo del pastoreo y también del cultivo.info_outline

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Sin embargo, durante los últimos años la ganadería y lechería han sido desplazadas a suelos de menor aptitud. Este hecho, sumado a la frecuente ocurrencia de eventos climáticos extremos (inundaciones periódicas, ascenso de napa, precipitaciones por encima de la media), han generado una reducción en la persistencia y producción de los alfalfares en muchos ambientes (ej Berhongaray et al., 2019).

Ante esta situación, muchos productores han comenzado a utilizar mezclas forrajeras. Estas mezclas tienen el potencial de producir igual o más que la Alfalfa, principalmente en suelos con alguna limitante de drenaje y/o napa alta. Asimismo, las mezclas forrajeras permiten darle más estabilidad al sistema, ya que en los suelos donde usualmente se pierden alfalfas al 2do o 3er año estas pueden persistir durante 4 o más años.

Especies y dónde ubicarlas

No existe una “receta” sobre qué especies sembrar y dónde. Sin embargo, hay algunas pautas que permiten definir qué especies se adaptan a qué ambiente. El primer paso previo a cualquier siembra es hacer un análisis de suelo y determinar además en qué clase de suelo estoy intentando sembrar mi especie de interés. Además, es útil tener datos de la altura promedio de la napa. En función de esos datos, podemos empezar a definir potenciales especies para sembrar.

¿Por qué hacer mezclas?

Existen diversas razones que llevan a los productores a probar mezclas forrajeras. Estas son solo algunas:

  • Necesidad de mejorar piso e infiltración. Esto es particularmente importante en suelos que vienen con mucha historia previa de Alfalfas, ya el tipo de raíces de esta especie tiende a generar compactación de los lotes. La raíz en cabellera de una gramínea ayuda a romper esa compactación y genera además una mejor estructura del suelo (Sanderson et al., 2007).
  • Aumento de producción en suelos donde no persiste la Alfalfa. La evidencia muestra que la Alfalfa es una especie que requiere suelos fértiles y bien drenados para alcanzar su potencial productivo. Muchos de los suelos donde se ubican los tambos presentan limitantes tanto de fertilidad (pH, P, S) como físicas (compactación, drenaje deficiente, napas elevadas). Todas estas situaciones pueden comprometer la persistencia de Alfalfa. La incorporación de mezclas forrajeras en aquellos ambientes donde la Alfalfa no prospera puede así otorgar mayor resiliencia y sustentabilidad al sistema. Las mezclas tienen además el potencial de igualar o incluso superar la producción de Alfalfa si se realizan fertilizaciones adecuadas (Figura 3).
  • Reducción del riesgo. Algunos productores han comenzado a realizar mezclas para reducir el potencial riesgo de perder cultivos puros como la Alfalfa. Esta situación es común en suelos con riesgo de anegamientos temporales o suelos de media loma con drenaje deficiente. En este caso, la lógica del productor es poder tener un cultivo que sea persistente y productivo allí donde existe un alto riesgo de perder la Alfalfa.

Ejemplos de mezclas

  • Achicoria (2 kg), Cebadilla (15-20 kg), Trébol Blanco (1 kg) y Trébol Rojo (3-5 kg) Es una mezcla con excelente potencial en suelos bajos con riesgo de encharcamiento. La duración puede ser de 2-4 años, dependiendo del manejo y del cultivar de Cebadilla elegido (existen materiales más perennes). Puede ser una alternativa para intersiembra de Alfalfares degradados o cuando éstos se pierden tempranamente. La Achicoria tiene una excelente tolerancia a la sequía debido a su sistema radical pivotante y profundo.
  • Festuca Mediterránea (7 kg), Festuca continental (7 kg), Trébol Rojo (5 kg) y Trébol Blanco (1 kg) Esta mezcla combina una festuca de crecimiento estival (origen continental) que crecerá durante la primavera tardía y parte del verano si las condiciones lo permiten, y otra festuca de crecimiento invernal (origen mediterráneo) que tiene una mayor tasa de crecimiento en invierno que los materiales continentales. Los tréboles permitirán hacer un aporte proteico a la mezcla y reducirán el costo de fertilización. Es una mezcla que, bien manejada, puede tener una duración prolongada (más de 4 años). El manejo durante el verano será crítico. En este caso debemos apuntar a dejar remanentes de 10-12 cm a partir de Noviembre de manera de proteger los meristemas de crecimiento de las altas temperaturas.
  • Alfalfa con latencia (Grupo 6-7; 12 kg/ha) + Festuca mediterránea (6-8 kg) Esta mezcla combina una alfalfa que tiene un crecimiento más lento en el invierno con una gramínea que presenta una alta tasa de desarrollo en ese mismo momento. De esta forma, esta mezcla logra complementar los ciclos de crecimiento de ambas especies. Durante la primavera y el verano, la Alfalfa expresa todo su potencial. En esta misma estación, las festucas de origen Mediterráneo entran en un estado de latencia (dormición) y permanecen secas hasta que llega el otoño. En el otoño comienzan a producir, momento en que las Alfalfas con latencia reducen su tasa de crecimiento.

Importancia de incorporar leguminosas en las mezclas

La incorporación de leguminosas en cualquier pastura permite reducir la necesidad de fertilización nitrogenada. Esto será así siempre y cuando se haga una adecuada inoculación. En este sentido, la Alfalfa puede fijar más de 300 kg de N/ha/año en condiciones óptimas (Jáuregui et al., 2019a). Asimismo, al mejorar la nutrición nitrogenada de la pastura, las leguminosas permiten incrementar la eficiencia de uso del agua en condiciones de secano (Moot et al., 2008).

En ensayos en pastoreo realizados en Pergamino (provincia de Buenos Aires) se encontró una asociación directa entre el rendimiento total de la mezcla y la proporción de leguminosas (Figura 4)

Consideraciones finales

La siembra de mezclas forrajeras constituye una alternativa interesante en aquellos lotes donde las Alfafas persisten y producen poco. Existen combinaciones de especies de elevado potencial productivo que pueden dar más sustentabilidad a los establecimientos de la región. Es necesario seguir explorando alternativas y generando información local para poder responder activamente a las demandas de los técnicos y productores.

Referencias bibliográficas

Fuente: engormix

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