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Proponen hacer cultivos de cobertura bajo pastoreo

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La intensificación agrícola ha incrementado el nivel de fragilidad de los planteos  productivos. Estos procesos son muy marcados en los cultivos estivales, dejando el suelo desprovisto de vegetación invernal lo que provoca un sinnúmero de efectos negativos en el ambiente. Para estabilizar estos sistemas en riesgo, han surgido los cultivos de servicio. Se denominan así…


La intensificación agrícola ha incrementado el nivel de fragilidad de los planteos  productivos. Estos procesos son muy marcados en los cultivos estivales, dejando el suelo desprovisto de vegetación invernal lo que provoca un sinnúmero de efectos negativos en el ambiente.

Para estabilizar estos sistemas en riesgo, han surgido los cultivos de servicio. Se denominan así porque su destino principal no es la cosecha sino la obtención de una prestación que la actividad productiva en cuestión no es capaz de cubrir y, en virtud de ello, lograr cierta sostenibilidad en el planteo afectado.

Los servicios que estos cultivos pueden aportar son variados: evitar la erosión tanto eólica como hídrica, inmovilizar nutrientes de fácil pérdida en el suelo, fijar nitrógeno atmosférico, aumentar la infiltración, reducir la compactación, promover el control de algunas malezas, reducir la evaporación y las pérdidas de agua, etc. Como todas estas funciones requieren de mantener la cobertura del suelo, se los conocen comúnmente como cultivos de cobertura.

El valor de lo que no se ve

Tanto la biomasa aérea como la subterránea, aportan material de gran valor para la estabilidad de los sistemas, sin embargo, la proveniente de las raíces es humidificada con muchísima más intensidad que la aérea, redundando en un porcentaje de materia orgánica final muy superior.

Cabe destacar que para el caso de los cultivos anuales, la relación de masa aérea/masa subterránea puede rondar entre 20:1 a 10:1, mientras que para las pasturas permanentes puede ser del orden de 2:1 o incluso 1:1. Esto significa que el aporte estabilizador que las pasturas pueden generar es realmente notable, lo cual indica que para casos extremos quizás sean la solución, aunque sobre todo, da cuenta del impacto global que las rotaciones con las mismas podrían lograr en los sistemas.

Las especies que pueden utilizarse como cultivos de servicio son sumamente variadas. Desde algunas poco difundidas como los tréboles anuales y nabos forrajeros, hasta otras más conocidas como el centeno, las vicias o incluso el raigrás anual. Si bien la elección de las especies es importante, no lo es tanto como el diagnóstico preciso realizado en el sistema y la solución que pretendemos aportar, tendiente a resolver un problema complejo que sólo muestra la consecuencia final y no su causa de raíz.

Sin embargo, del estudio profundo de los sistemas de alta intensificación en el núcleo agrícola argentino, surgen algunas propuestas que abren la posibilidad de incrementar la producción integrando a la agricultura con la ganadería, utilizando el concepto de cultivo de cobertura no sólo para el servicio de estabilización ambiental, sino también para el de los resultados económicos, promoviendo un esquema sinérgico entre ambas actividades.

El ejemplo

Un equipo multidisciplinario de la Facultad de Agronomía de Rosario, liderado por Alejandra Planisich, Marcelo Larripa y Julio Galli, están trabajando desde hace años en la incorporación de raigrás anual entre dos cultivos de soja. Los investigadores buscan determinar cuál es la mejor intensidad de pastoreo animal que maximiza la producción de forraje, la ganancia de peso individual y por unidad de área, sin afectar negativamente el rendimiento posterior de la soja y la naturaleza del suelo.

Para ello, se utilizaron vaquillonas Holando Argentino de 250 kg de peso sometiendo al raigrás anual a cuatro intensidades de pastoreo (5-10-15 y 20 cm de remanentes). Este manejo se comparó con un testigo de raigrás sin pastoreo y otro de barbecho químico como antecesor de la soja.

La siembra del raigrás fue posterior a la cosecha del grano y el pastoreo se inició con una disponibilidad de 2.500 kg de materia seca/ha. El final del período de evaluación coincidió con el secado del cultivo de raigrás, que para los casos bajo pastoreo fue en octubre, mientras que para la variante sin pastoreo fue en septiembre. El testigo barbecho se mantuvo sin cobertura entre cultivos de soja.

Si bien aún las conclusiones son preliminares, luego de varios años de evaluación (2014-15 y 2015-16), se ha obtenido un potencial de ganancia individual de 1,1 kg/diarios y una producción de carne de 427 kg/ha en el período en que el raigrás ocupó el lote. Estos resultados se lograron con intensidades medias de pastoreo y en ningún caso el rendimiento posterior de la soja fue inferior al observado para el testigo barbecho químico ni raigrás sin pastoreo. La matriz del suelo no demuestra impacto negativo por los pastoreos, aunque sin lugar a dudas este parámetro requiere una serie más larga de años para demostrar consistencia.

Como conclusión, la utilización de cultivos de servicio es una herramienta de estabilización excelente y comprobada, que si además, admite su aprovechamiento con ganadería sin desmedro de las condiciones del suelo, posibilitaría no sólo estabilizar el sistema biológicamente sino también económicamente.

Por Ing. Agr. Juan Luis, especialista en forrajeras.

Fuente: Valor Carne

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