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Una vuelta de rosca al sistema de engorde bovino


El sistema de engorde bovino que se expandió en los últimos años en Valle Medio se basó en un esquema simple, con un silo de autoconsumo para alimentar al animal por medio de una dieta con un alto porcentaje de grano (80-90%) y un concentrado proteico (10-20%). En la fase inicial, durante el acostumbramiento en…


El sistema de engorde bovino que se expandió en los últimos años en Valle Medio se basó en un esquema simple, con un silo de autoconsumo para alimentar al animal por medio de una dieta con un alto porcentaje de grano (80-90%) y un concentrado proteico (10-20%). En la fase inicial, durante el acostumbramiento en la etapa de recría se incorporaban rollos o fardos de mediana calidad para suministrar fibra y «terminar» los animales con dietas basadas íntegramente en grano de maíz de la Pampa Húmeda.

De esta manera se lograban ganancias de peso en la terminación, que en algunos casos superaban los 1,35 kg por animal por día y, si se trabajaba en forma eficiente y con buena utilización de recursos se podían hacer dos o más ciclos de engorde en el año. El sistema era tan simple que podía ser comparado a criar y engordar pollos doble pechuga. Por su sencilla implementación, manejo y bajo costo de estructura arrojaba utilidades entre $3000 a $4000 por animal engordado, con una rentabilidad anual superior a la tasa de interés del mercado y una rotación de dinero que no superaba los 180 días.

El tentador negocio se difundió entre los productores bajo riego e inclusive de secano, que con pocas instalaciones estaban en condiciones de engordar y comercializar ganado para la faena en lugar de vender terneros.

Sin embargo, con la suba del dólar, el valor del grano puesto en Valle Medio subió de $2.500 a $6.500 la tonelada, en tanto que los concentrados proteicos casi duplicaron su valor. Esto provocó que en muy poco tiempo la rentabilidad de estos sistemas se volviera nula o negativa, y que algunos engordadores abandonaran el sistema, mientras otros siguen buscando alternativas para mantenerse en la cadena de la carne.

En este contexto, y con la mirada puesta en brindar alternativas a los pequeños y medianos productores ganaderos, desde la Agencia de Extensión Rural Valle Medio del INTA se analizan sistemas viables, ya probados en otros valles bajo riego y que requieren de una producción propia de alimento con menores costos, cuyos valores están siendo actualizados. La tarea se realiza junto al ingeniero agrónomo Raúl Barbarossa, quien cuenta con una amplia trayectoria en el INTA Valle Inferior. En los esquemas analizados se considera fundamental el aporte de los contratistas, para lograr ensilados en tiempo y forma, afrontar los cambios y seguir en la actividad.

Uno de los modelos estudiados y recomendados por los técnicos del INTA se basa en un ciclo productivo donde se emplea el 70% de la superficie ganadera con pasturas en base a alfalfa y el 30% restante con doble cultivo, pensando en hacer un ensilado de cereal de invierno (Triticale) y luego maíz para ensilaje (2/3) y cosecha (1/3).

A través de este esquema, los terneros ingresan en primavera (octubre) sobre las pasturas y se los suplementa con 1,5 kg de grano de maíz por animal, por día. En tanto, el pastoreo se extiende hasta el otoño (marzo), lo que asegura ganancias de peso promedio de 650 gramos por animal, por día en ese periodo. Posteriormente se proporciona una ración de silo de maíz y una suplementación proteica, por ejemplo, expeler de girasol (15%), con una tasa de consumo del 3% diario. Los animales se «terminan» gordos en septiembre, para comenzar un nuevo ciclo en primavera.

Se trata de un sistema simple y fácil de implementar, que prevé un pastoreo rotativo de pasturas y la incorporación de una reja para comer el silo de planta entera. El expeler de girasol y el grano de maíz se pueden suplementar directamente sobre el lote.

Con este modelo, en una superficie de 40 has donde se produzcan 26 has de pasturas consociadas en base a alfalfa y 14 de doble cultivo, será posible engordar a 280 animales, con un costo de alimentación de $29 por kilo producido. Como resultado se obtendrá una producción de carne de 2000 kg por hectárea, con una carga de 7 animales en esa superficie, que ingresan con 160 kg y egresan con 430.

Fuente: revista chacra

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