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En cuanto a los motivos, explica que el 83 por ciento de la oferta se destina al consumo local que está deprimido por la caída del salario real, fundamentando que hay demoras en los pagos y esto se traslada al resto de la cadena. Además, la suba de costos y la baja del novillo afectan la invernada; mientras las altas tasas de interés desincentivan sumarle kilos a los animales.
Otro de los motivos, comenta De Feijo, tiene que ver con el precio del ternero que ajusta a la baja, porque no le cierran los números al invernador ni al feedlots. “En los corrales sale más hacienda de la que entra”, asegura en su escrito.
A su vez, la mayor faena de vacas hace que la expansión a futuro este limitada a la mejora de la productividad y aumento del peso promedio de faena; mientras la exportación de carnes de alto valor crece lento y por tanto no se traduce en mejores precios al productor.
El detallado informe con números y estadísticas también brinda respuestas para intentar salir de esta realidad. Bajo el título “Qué necesitamos para revertir la situación”, el especialista impulsa cinco puntos: impulsar el desarrollo ganadero con novillos pesados; impulsar la Ley Federal de Carne (único estándar sanitario); resultado por tenencia; desarrollo de exportación de genética bovina de carne y terminar con la retención indebida en cueros.
RETENCIÓN EN CUEROS
En cuanto a la retención de cueros, De Feijo hace un destacado análisis. Así, explica que los cueros crudos tienen una “retención legal” del 22%. A las retenciones de 10% le sumaron la de $4 por dólar exportado. Es decir, la “retención efectiva” es del 33% sobre el valor del cuero crudo exportado por Argentina.
“El impuesto se calcula sobre un valor aforado a la cotización en Chicago del cuero de novillo con marca en culata (Butt Branded Steer) más costo de flete y un diferencial por tipo agregado de valor. (CIF Chicago). Este valor utilizado para el aforo es de un tipo de cuero sustancialmente diferente al que exporta Argentina”, concluye.
