Según lo publicado en la revista Science Advances, los investigadores demostraron que la genética influye significativamente en la composición de los microorganismos del rumen. “Eso quiere decir que podríamos seleccionar animales con menor probabilidad de tener altos niveles de bacterias productoras de metano”, dijo John Williams, de la Escuela de Ciencias Veterinarias en la Universidad de Adelaide, Australia.
“Sabíamos que era posible reducir las emisiones de metano mejorando la dieta, pero cambiar la genética es aún más importante ya que nos permite seleccionar vacas que produzcan permanentemente menos metano”, explicó.
Sin embargo, la selección por este atributo dependerá de cuánto comprometa otras características como calidad de carne, producción de leche, entre otras. “Todavía no lo sabemos, pero si la disminución de la producción de metano equivale a una mayor eficiencia productiva, lo cual podría ser cierto, estaríamos ante una situación de ganar-ganar”, aseguró Williams.
El estudio proviene de un proyecto llamado RuminOmics, dirigido por el Instituto Rowett de la Universidad de Aberdeen, la Universidad Ben-Gurion de Israel y otras instituciones de Europa y los Estados Unidos.
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