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Impacto de la alimentación de las ovejas preñadas en el crecimiento de los corderos


Antecedentes La producción de carne de borrego en México es una actividad pecuaria que se ha mantenido en un constante crecimiento (4.1% anual) en las últimas dos décadas. Esto se debe a que la demanda nacional de ésta carne no es abastecida por la producción del país, además tiene buen precio en el mercado nacional…


Antecedentes

La producción de carne de borrego en México es una actividad pecuaria que se ha mantenido en un constante crecimiento (4.1% anual) en las últimas dos décadas. Esto se debe a que la demanda nacional de ésta carne no es abastecida por la producción del país, además tiene buen precio en el mercado nacional al cotizarse el kilogramo de borrego gordo en pie entre $40 y $50 M.N., mientras en canal su precio alcanza entre $90 y $100 M.N. En este sentido, la producción y engorda de corderos se ha convertido en un nicho de oportunidad económica para los productores mexicanos.

Dada la rentabilidad de esta actividad pecuaria, muchos productores optan por implementar la engorda de borrego bajo sistemas intensivos, incorporando dietas integrales a base de granos y razas puras o cruzadas con alto potencial genético para crecimiento, tales como la Dorper, Katahdin, Charollais, otras. Así, la mejora genética de los corderos y el uso de dietas integrales se refleja en mayor ganancia diaria de peso, eficiencia alimenticia y peso de canal, así como periodos más cortos de engorda y canales con mejor conformación. Sin embargo, a pesar de la aplicación de sistemas intensivos en la engorda de corderos, se observa que no todos los corderos expresan su potencial genético de crecimiento esperado, encontrándose que a través de los lotes siempre hay entre un 10 y 30% de corderos con retraso en el crecimiento esperado. Esto provoca que el periodo de engorda y los gastos por alimentación y manejo aumente en estos corderos retrasados, lo cual implica para los ovinocultores un aumento en los gastos de producción, y consecuentemente, una reducción en sus ingresos netos y rentabilidad de esta actividad.

Este problema de baja expresión del potencial genético que tienen algunos corderos para ganar peso durante el periodo de engorda puede tener sus orígenes en el ambiente uterino en el que se desarrollaron durante la preñez. Se debe considerar que la mayoría de los productores no tienen el mismo cuidado al alimentar un grupo de hembras reproductoras como en la engorda de corderos. El rebaño de las hembras reproductoras generalmente se mantiene en sistemas extensivos con encierro nocturno, donde la alimentación depende principalmente de la disponibilidad de forrajes en los agostaderos y el esquema de empadre es continuo sin ningún control. Estas condiciones de producción causan que las borregas presenten problemas de desnutrición al empadre, durante la gestación y la lactancia. De tal manera que las ovejas gestantes se perciben físicamente flacas y con baja disponibilidad de nutrientes para el desarrollo y crecimiento de sus fetos. Este inadecuado escenario nutricional materno provoca en el post-parto que haya en las ovejas paridas baja producción de calostro y leche, alimentos lácteos esenciales para el correcto desarrollo y crecimiento de los corderos. Así, aunque los corderos cuenten con la genética para crecer más rápido, si el ambiente uterino en el que se desarrollaron en la gestación no fue adecuado, los genes ligados con el crecimiento no se van ha expresar aun cuando las condiciones en los sistemas de engorda intensiva sean las mejores (ambiente, instalaciones, nutrición y manejo).

Actualmente, se conoce que la expresión del grupo de genes relacionados con el potencial genético que tiene un cordero para crecer, se programa durante la gestación, lo cual es conocido como “programación fetal”. Si una oveja preñada se alimenta por abajo o por arriba de sus requerimientos nutricionales acorde a su etapa fisiológica (NRC, 2007), el ambiente uterino en el que se desarrolla el feto y la futura cría se modifica negativamente, alterando el correcto desarrollo y crecimiento fetal. En un esfuerzo para sobrevivir en este ambiente uterino modificado, el feto comienza a hacer una serie de ajustes en el funcionamiento de su cuerpo a nivel metabólico y genético, los cuales no corresponden necesariamente para tener corderos al nacimiento y en el periodo post-parto con la expresión genética de un potencial alto de crecimiento.

Considerando que los rebaños de borregas reproductoras en México mayormente se mantienen en sistemas extensivos, las alteraciones en el ambiente uterino se podrían deber fundamentalmente a un cuadro de subalimentación en las ovejas preñadas. En consecuencia, las ovejas preñadas desnutridas modifican su metabolismo para sobrevivir y distribuir poca cantidad de nutrientes a la placenta (órgano temporal encargado de la proveer los nutrientes y eliminar los desechos del feto), provocando que el ambiente uterino en el que se desarrolla el embrión y posteriormente el feto sea deficiente en nutrientes. Esto provoca que el feto se programe para: 1) ser más eficiente en el uso de nutrientes, 2) hacer uso de fuentes alternas de energía (ejemplo: lactato en lugar de glucosa), y 3) evitar que se expresen genes relacionados con el crecimiento y promueve la expresión de genes ahorradores de energía. Por lo tanto, se espera que este feto cuando nazca no presente la expresión de genes que le permitan crecer rápidamente y alcanzar un peso al mercado en un periodo corto de tiempo.

Por lo anterior y considerando que la información es escasa para ovinos de raza de pelo en relación a este tema, nuestro grupo de investigación decidió realizar una serie de estudios para determinar los efectos de la nutrición gestacional materna en ovinos de pelo.

Subalimentación de las ovejas preñadas

Considerando que la programación de los genes que se van activar en las crías se da mayormente dentro de las primeras semanas después de la monta de la oveja (empadre), se realizó un primer estudio para evaluar los efectos de la restricción nutricional antes del empadre (30 días) y/o primer tercio de gestación (50 días) sobre el desarrollo fetal (Macías-Cruz et al., 2017a; Vicente-Pérez et al., 2017), así como en el crecimiento al nacimiento de los corderos (Vicente-Pérez et al., 2016; 2017) en ovejas de raza de pelo. La restricción nutricional fue de 40% de los requerimientos nutricionales indicados en el NRC (2007) para ovejas en empadre (energía metabolizable [EM]= 1.9 Mcal/kg de materia seca [MS] y proteína cruda [PC]= 8.1%) y primer tercio de gestación (EM=1.9 Mcal/kg de MS y PC= 8.7%). A partir del día 50 de gestación hasta el parto, todas las ovejas se alimentaron al 100% de requerimientos nutricionales acorde a la etapa de gestación.

Como era esperado, las ovejas perdieron peso corporal durante los periodos de restricción nutricional como consecuencia de la movilización de sus reservas corporales para compensar el déficit nutricional. No obstante, rápidamente se recuperaron cuando se alimentaron adecuadamente. Interesantemente, los fetos de ovejas con subalimentación antes del empadre seguido de una alimentación adecuada durante toda la gestación, fueron más grandes en la etapa temprana pero no en la etapa intermedia de la gestación, lo cual se reflejó en corderos de mayor peso y tamaño corporal al nacimiento. Estos efectos benéficos de la restricción nutricional pre-empadre fueron más perceptibles en machos que en hembras. Sin embargo, cuando las ovejas se subalimentaron solamente en el primer tercio de gestación, o bien, tanto antes del empadre como en el primer tercio de gestación, la desnutrición inducida no alteró el crecimiento fetal temprano y los pesos al nacimiento de los corderos, pero sí provocó un menor desarrollo fetal en el segundo tercio de gestación. Adicionalmente, se demostró que la restricción nutricional solamente en el primer tercio de gestación indujo la programación de “fetos ahorradores”, los cuales se caracterizan por tener bajo crecimiento pero alta deposición de grasa corporal como una forma de almacenar energía. Por su parte, la desnutrición antes y después del empadre promovió un menor desarrollo fetal intermedio, aparentemente no por alteraciones en la programación fetal, sino por una inadecuada funcionalidad de la placenta para transferir nutrientes al feto. Si bien, los fetos de restricción nutricional de primer tercio de gestación y esos de restricción nutricional en ambos periodos (antes de empadre y primer tercio de gestación) no mostraron alteraciones en sus pesos al nacimiento, el inadecuado crecimiento fetal que presentaron en el segundo tercio de gestación es un signo de que tuvieron alteraciones en la trayectoria de su crecimiento fetal, lo cual se relaciona con el nacimiento de corderos que presentan bajo potencia de crecimiento porque tienen un inadecuado desarrollo y tamaño de órganos. Esto a su vez tiene repercusiones negativas en el metabolismo de los corderos, impidiendo que ellos puedan aprovechar con eficiencia los nutrientes consumidos en la dieta. Así, este tipos de corderos generalmente son muy susceptibles a morir en la primeras semanas de nacidos, y si sobreviven, su crecimiento en errático resultando costosa su engorda para el productor.

Posteriormente, se realizó un segundo estudio con restricción nutricional en el último tercio de gestación solamente, y esto se fundamenta en el hecho que durante esta etapa de la gestación los requerimientos nutricionales aumentan considerablemente en relación a la primera y segunda etapa de gestación. Esto se debe a que las ovejas requieren una cantidad extra de nutrientes para el mayor crecimiento fetal que se presenta (80% del peso que tendrá al nacimiento), así como por el mayor desarrollo de la glándula mamaria e inicio del proceso de síntesis de calostro. En consecuencia, una subalimentación en la gestación tardía de la oveja podría provocar problemas de retardo en el crecimiento fetal y presencia del síndrome metabólico, y consecuentemente, bajos pesos al nacimiento en los corderos. Además, los corderos durante la etapa pre-destete podría ser susceptibles a morir con cierta facilidad y a presentar una baja tasa de crecimiento debido a que las madres no producen suficiente calostro y leche, así como pueden presentar baja habilidad materna debido a la desnutrición en la gestación tardía. Basado en lo anterior se planteó el siguiente estudio con el objetivo de evaluar los efectos de la restricción nutricional durante el último tercio de gestación sobre el desarrollo pre- y post-destete de los corderos, asimismo, se evaluó el impacto de esa restricción nutricional en el estado corporal materno, desarrollo de ubre y secreción láctea en ovejas de pelo (Macías-Cruz et al., 2012a; 2012b; Macías-Cruz et al., 2013; Meza-Herrera et al., 2015; Macías-Cruz et al., 2017b). Este estudio se diseñó con dos grupos de ovejas, uno que fue alimentado con 100% de requerimientos nutricional como indica el NRC (2007) para ovejas con gestación tardía (testigo), y el segundo grupo se alimentó a libre acceso solamente con paja de trigo, simulando el tipo (fibroso) y calidad (baja) de forraje que se encuentra en los agostaderos del norte del país durante la época de sequía (grupo de restricción nutricional). Las ovejas se alimentaron con sus respectivas dietas del día 100 de gestación hasta el parto; luego la alimentación de las ovejas de ambos grupos fue con dietas formuladas para llenar los requerimientos nutricionales de ovejas lactando. Los corderos nacidos se alimentaron con “creep feeding” durante el pre-destete, y en el post-destete con una dieta integral de engorda (EM= 2.8 Mcal/kg de MS y PC= 15%).

Los resultados mostraron que la restricción nutricional redujo el peso vivo de las ovejas en un 22% durante el último tercio de gestación, mientras que las ovejas alimentadas adecuadamente aumentaron su PV en un 10%, lo cual sugiere que el modelo de restricción nutricional empleado fue efectivo para generar en las ovejas un cuadro de desnutrición en la gestación tardía. En el postparto, las ovejas subalimentadas siguieron perdiendo peso y condición corporal hasta los 30 días pero en menor medida que las ovejas testigo, lo cual se debió a que las ovejas de restricción nutricional produjeron menos calostro y leche que las alimentadas adecuadamente. Es ampliamente conocido que la movilización de reservas corporales en las hembras paridas se relaciona directamente con producción láctea. Hasta los 60 días post-parto, las ovejas subalimentadas en la gestación pudieron alcanzar un peso vivo similar que las ovejas testigo; situación que estuvo relacionado con un cese más temprano en la producción láctea de ovejas de restricción nutricional, lo cual permitió que los nutrientes consumidos fueran aprovechados para recuperar el estado de carnes en lugar de producir leche. La elevada pérdida de peso vivo de las ovejas de restricción nutricional provocó que estas ovejas tardaran alrededor de 12 días más en presentar celo comparado con las ovejas testigo. En el caso del desarrollo de los corderos, se encontró que la restricción nutricional de las ovejas en el último tercio de gestación provocó un retardo en el recrecimiento fetal por una baja disponibilidad de nutrientes en el útero, y a pesar de que la placenta de las ovejas subalimentadas se modificó morfológicamente (mayor número de cotiledones y de mayor tamaño) para captar mayor cantidad de nutrientes que pudieran ser usados por el feto, la activación de este mecanismos placental no fue suficiente para evitar la presencia de bajos pesos al nacimiento en los corderos de éstas ovejas (19% menos que corderos de testigo). Adicionalmente, la restricción nutricional materna gestacional afectó negativamente la capacidad de producción de calostro y leche en las ovejas, y esto se reflejó en corderos con lenta tasa de crecimiento a través del periodo pre-destete. De tal manera que los corderos de ovejas de restricción nutricional pre-parto registraron 30% menos peso al destete que los corderos nacidos de ovejas alimentados adecuadamente (9.0 vs. 12.9 kg). En este estudio se le dio seguimiento post-destete a los corderos hasta los 6 meses de edad, encontrándose una diferencia de 6 kg a favor de los corderos nacidos de ovejas alimentadas adecuadamente en el último tercio de gestación (35 vs. 41 kg). Considerando que el precio actual del kilogramo de borrego en pie es de alrededor de $50 M.N., un engordador de borregos estaría dejando de ganar $300 M.N. por engordar corderos que provengan de ovejas subalimentadas en el último tercio de gestación. En general, los resultados de este estudio demostraron que el crecimiento pre-destete de los corderos de raza de pelo es menor cuando sus madres se subalimentan en el pre-parto, tanto por efectos directos como indirectos. Además, la engorda de corderos provenientes de esas ovejas subalimentadas reduce la rentabilidad en sistemas intensivos de producción.

Uso de estrategias nutricionales en la gestación

Después de asentar los efectos negativos que tiene la subalimentación de ovejas gestantes de raza de pelo sobre el crecimiento pre-y post-destete de los corderos, más estudios se dirigieron, pero ahora con el objetivo de mejorar el crecimiento de los corderos a través de manipular la alimentación de las ovejas gestantes. En estos nuevos estudios se consideró la evaluación de la incorporación de ácidos grasos poliinsaturados a la dieta de ovejas gestantes, así como la suplementación energética pre-parto.

Los ácidos grasos poliinsaturados son necesarios para el desarrollo de muchos procesos celulares y reproductivos, incluyendo la formación de órganos en la etapa fetal de los corderos. Así, un mejor desarrollo de los órganos fetales puede ser positivo para incrementar el crecimiento de los corderos en su vida postnatal. Cabe mencionar que los rumiantes no sintetizan ácidos grasos poliinsaturados en su cuerpo por lo que se recomiendan incorporarlos en la dieta.

Se realizaron dos estudios para determinar los efectos de la adición de los ácidos grasos poliinsaturados en la dieta de ovejas durante la etapa de empadre y gestación sobre el desarrollo pre-destete de los corderos. Se utilizó aceite de soya como fuente de ácidos grasos poliinsaturados, ya que es rico en ácidos grasos omega 6 (linoleico). En el primer estudio se evaluó la inclusión de 4.5% de aceite de soya por kilogramo de MS a la dieta de ovejas Katahdin durante el periodo de empadre por monta natural (5 semanas) (Datos aún no publicados; Vicente-Pérez et al., enviado). La dieta base se formuló para cubrir el 100% de requerimientos nutricionales sugeridos para ovejas en empadre (EM=1.9 Mcal/kg de MS y PC= 8.1%; NRC, 2007). Después de los tratamientos, todas las ovejas se alimentaron sin aceite de soya en forma similar de acuerdo al estado fisiológico (gestación y lactancia; NRC, 2007). Los resultados mostraron que la inclusión del aceite de soya no afectó el peso al nacimiento, pero mejoró en un 11% la ganancia diaria de peso pre-destete (272 vs. 303 g/d) y el peso al destete a los 90 días (24.5 vs. 27.3 kg) en los corderos. Esto demuestras que la inclusión de ácidos grasos poliinsaturados en el periodo de montas posiblemente intervenga en la programación fetal de ovinos de pelo, mejorando la activación de la expresión de genes relacionados con el crecimiento.

En el segundo estudio se evaluó la inclusión de diferentes niveles de aceite de soya (0, 3 y 6% por kilogramo de MS) en la dieta de ovejas Katahdin x Pelibuey que se encontraban en el último tercio de gestación (Mejía-Vázquez et al., 2015; 2017; Macías-Cruz et al., 2017c). Las tres dietas se formularon para tener similar contenido de EM (2.4 Mcal/kg de MS) y PC (12%) basado en los requerimientos nutricionales indicados en el NRC (2007), y se ofrecieron del día 100 de gestación al parto. Posteriormente, las ovejas de los tres grupos se alimentaron con la misma dieta formulada sin aceite de soya y para cubrir 100% de requerimientos nutricionales de ovejas lactando con dos crías (NRC, 2007).  Al igual que en los resultados del estudio donde se incluyó el aceite de soya en el empadre, en este estudio también se observó que el aceite de soya no afectó el peso al nacimiento pero sí mejoró en 12% la ganancia de peso (223 vs. 251 g/d) y el peso al destete a los 60 días (16.6 vs. 18.5 kg).  También se encontró que la inclusión de aceite de soya en la dieta materna del último tercio de gestación fue benéfica para mejorar la capacidad de termorregulación de los corderos en las primeras 24 h post-parto, así como el tamaño de ubre y la producción tanto de calostro y leche en las madres. Esto podría ser la causa del mejor crecimiento pre-destete que presentaron los corderos nacidos de ovejas alimentadas con dietas adicionadas con ácidos grasos poliinsaturados. También ha sido mencionado en otros estudios que la inclusión de ácidos grasos poliinsaturados en la dieta de pre-parto aumenta el desarrollo muscular en las crías durante el periodo pre-destete (Fainberg et al., 2014).

Finalmente, considerando que las ovejas durante el último tercio de gestación demandan una mayor cantidad de energía dietaria como anteriormente se mencionó. Un tercer estudio se realizó para evaluar la estrategia nutricional de suplementar energía en la dieta pre-parto de ovejas de pelo sobre el estado corporal y la producción láctea de la madre, así como sobre el desarrollo pre- y post-destete de los corderos (Reyes-Molina, 2014; Vicente-Pérez et al., 2014; 2015; Macías-Cruz et al., 2014; 2015, 2018; Osorio-Marín 2015). Entre el día 100 de gestación y el parto, un grupo de ovejas se alimentó con una dieta que cubría 100% de requerimientos nutricionales de acuerdo a la etapa de la gestación (testigo, EM= 2.4 Mcal/kg de MS y 12% de PC), y un segundó grupo de ovejas se alimentó con una dieta que contenía 25% más de EM (suplementadas, EM= 3.0 Mcal/kg de MS y 12% de PC). Después del parto, las ovejas de ambos tratamientos se alimentaron adecuadamente con el NRC (2007). Los resultados demostraron que esta estrategia nutricional de aumentar el nivel de energía en la dieta pre-parto de las ovejas preñadas no se reflejó en mayor peso al nacimiento o crecimiento pre- y post-destete de los corderos. De hecho, la estrategia tuvo un efecto negativo en la capacidad de secreción láctea de las ovejas, ya que la producción de calostro y leche en la lactancia temprana disminuyó. No obstante, la suplementación de energía materna pre-parto mejoró el estado corporal de las ovejas al parto y durante el periodo pre-destete completo, asimismo redujo el tiempo del anestro post-parto. Los resultados de este estudio demuestran que la suplementación de 25% de energía metabolizable en el último tercio de gestación no es buena estrategia nutricional para mejorar el crecimiento post-parto de los corderos, sin embargo, puede ser utilizada para estimular el reinicio de la actividad reproductiva post-parto en un periodo de tiempo más corto. Debe tomarse en cuenta que este estudio se realizó en condiciones de estrés por calor, lo cual pudo contribuir a que no se obtuvieran los resultados esperados. El nivel de suplementación de energía también puede ser otro factor, por lo que diferentes niveles de suplementación de energía en la dieta pre-parto de ovejas deben ser evaluados posteriormente. Se requiere hacer más estudios al respecto en ovejas de pelo, ya que hay investigaciones en ovinos de raza de lana que han demostrado la efectividad de esta estrategia para mejorar el crecimiento de los corderos (Godfrey y Dobson et al., 2003; Kerslake et al., 2010).

Implicaciones

Los productores deben poner atención en la alimentación de las ovejas gestantes, ya que de ello depende que los corderos expresen su potencial genético de crecimiento durante el periodo de engorda intensiva. Una oveja alimentada inadecuadamente durante la gestación puede desarrollar un feto programado para no expresar los genes relacionados con el crecimiento, y en consecuencia, este tipo de cordero puede presentar bajo peso al nacimiento, alta susceptibilidad para morir, tener enfermedades metabólicas, bajo peso al destete y lento crecimiento post-destete. Por otra parte, también debe considerarse que manipulando la alimentación de las ovejas en la gestación se puede mejorar la capacidad de crecimiento de los corderos y reducir los periodos de engorda. La adición de ácidos grasos poliinsaturados alrededor del empadre o durante el último tercio de gestación en ovejas de pelo resulta ser una buena estrategia para mejorar el crecimiento pre-destete de los corderos.

Fuente: ganaderia

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