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Todo el poder a las gramíneas


Llegar a La Unión, un establecimiento cercano a Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, es un verdadero placer para cualquiera que aprecie las Buenas Prácticas Agrícolas. Aquí las utilizan a fondo, sencillamente porque han comprobado que los números de la empresa mejoran. Se trata de una empresa familiar que administra varios campos cercanos entre sí, con una…


Llegar a La Unión, un establecimiento cercano a Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, es un verdadero placer para cualquiera que aprecie las Buenas Prácticas Agrícolas. Aquí las utilizan a fondo, sencillamente porque han comprobado que los números de la empresa mejoran. Se trata de una empresa familiar que administra varios campos cercanos entre sí, con una superficie total en torno de las 6.200 hectáreas agrícolas y presencia marginal de la ganadería. En general son ambientes buenos, aunque existen ciertas áreas con limitaciones, que en determinado momento se complicaron en virtud de los excesos hídricos del año en curso.

La empresa tiene muy en claro la necesidad de cuidar el recurso suelo. «Es algo que no se negocia; lo que hacemos debe ser rentable pero a la vez sustentable en el tiempo. Y estamos convencidos de que el aporte de materia orgánica es el camino para sostener esta filosofía. Es la llave de la productividad a largo plazo y está íntimamente vinculado con la presencia de gramíneas en la rotación«, subraya Christian Justianovich, responsable técnico del planteo.

Así, trigo y cebada reinan como cultivos invernales, y se respeta a rajatabla la superficie asignada al maíz dentro de la gruesa. En tiempos en que el trigo no resultaba rentable producto del intervencionismo buscaron otras alternativas invernales a modo de prueba y en pequeña escala, pero jamás lo dejaron de lado.

La fina viene gorda

Respecto de cómo se reparte la siembra de invierno, en general los números definen la proporción final. La cebada es muy dependiente de la calidad, por lo que el resultado puede variar entre limites amplios. «Afortunadamente tenemos mucha experiencia en el cultivo y logramos acotar las sorpresas. Contamos con los conocimientos agronómicos para apuntar a un rendimiento razonable con buena calidad. Pero además la cebada es estratégica porque nos permite adelantar la siembra del cultivo de segunda«, enfatiza el profesional.

Los granos finos ocupan como mínimo el 50% de la superficie, si bien en los últimos años surgieron complicaciones producto de las lluvias excesivas que dificultaron el acceso a algunos de los campos o a ciertos potreros y alteraron en parte la ecuación. Los planteos de trigo y cebada son similares, si bien en el segundo caso se puede efectuar alguna aplicación extra de fertilizantes apuntando a calidad. También el manejo del fungicida es parecido; en ambos casos hay presencia de enfermedades pero se pueden controlar con los químicos adecuados.

«Hasta no hace mucho tiempo utilizábamos una rotación que incluía mitad cultivos de invierno mitad maíz, con una participación de la soja sólo como cultivo de segunda. Con la idea de darle una vuelta de tuerca más al sistema empezamos a reemplazar el maíz de primera por maíz de segunda. Se creó así un esquema compuesto por trigo o cebada/soja-trigo o cebada/maíz. A poco de andar se nos generaron complicaciones a la salida del maíz de segunda; era imposible entrar detrás con un trigo o una cebada debido al volumen de rastrojos, y ahí tuvimos que recurrir a la soja de primera, una opción que habíamos dejado de lado tiempo atrás. Entonces, el esquema definitivo quedó conformado por trigo o cebada/soja-trigo o cebada/maíz-soja de primera en algunos lotes, y trigo o cebada/soja-trigo o cebada/maíz de primera en otros. Tuvimos que levantar el pie del acelerador porque de lo contrario nos permite dar la vuelta completa».

No es pura espuma

En cuanto a la cebada, la elegida es Scarlett, generalmente en convenios con malterías. «En cierta medida es un negocio riesgoso al tratarse de un único comprador, pero el hecho de sembrar una amplia superficie nos da cierta capacidad de negociación. Hacemos entre 3.200 y 3.500 hectáreas de fina. No tenemos equipos de cosecha pero nos encargamos de la siembra, fertilización y pulverización. La cebada nos permite planificar con tranquilidad y repartir las tareas evitando cuellos de botella. Si sembráramos solamente trigo necesitaríamos más máquinas e igualmente tendríamos momentos críticos», asegura Christian.

Las condiciones de recibo impuestas por las malterías son siempre una complicación. Muchas veces en La Unión no llegan con la calidad requerida debido a las condiciones climáticas de un año en particular, y entonces les toca renegar para defender la mercadería. Básicamente lo que hay que cuidar es el calibre y el contenido de proteínas. «No tenemos ninguna fórmula para asegurar la calidad; uno puede hacer todos los deberes (fertilización balanceada, manejo de enfermedades) pero si las condiciones climáticas durante el llenado no son buenas (golpe de calor especialmente; días con altas temperaturas sin que refresque de noche) habitualmente determinan calibres bajos. O días muy frescos y húmedos que disparan rendimientos y deprimen los parámetros de calidad. Algunos años no dan revancha».

Como se indicó, en la Unión la cebada es un cultivo estratégico y no lo abandonan por ningún motivo. «Lo de Ramularia fue un ataque puntual en un año determinado, pero significó que muchos huyeran del cultivo. No es nuestro caso», avisa nuestro entrevistado.

Abonado a la rotación

Para el trigo hay cuestiones definidas. «No nos interesa la molinería porque todo lo que rodea a la calidad nos parece absolutamente vidrioso. Preferimos apuntar a un trigo Cámara. A diferencia de cebada, en trigo podemos elegir a quién venderle; la exportación ahora es una alternativa viable. Hacemos algo de trigos mejoradores (calidad 1) pero el resto son trigos intermedios aceptados por la exportación. Y no apuntamos a maximizar rindes, aunque algún año hemos logrado 5.000-5.500 kg/ha», reconoce Justianovich.

Por cierto, en La Unión han ajustado el paquete para 3.800-4.000 kg/ha, que es un buen número para esta zona. Eso sí, con tantas gramíneas en la rotación queda mucho sustrato en el suelo, lo cual genera un riesgo importante de enfermedades y obliga a un manejo aceitado de fungicidas. «Dentro del presupuesto prevemos 1,5 aplicaciones y en más de un año tenemos que caer en efectuar dos pasadas. Esta campaña en inicio de macollaje ya tuvimos ataques de roya amarilla que en general no habíamos visto en la zona. No hubo mayor incidencia de roya anaranjada pero la presencia de manchas ha tenido relevancia debido a las condiciones de año húmedo y a la existencia de abundante inoculo en los rastrojos».

En trigo, una de las claves es contar con un buen nivel inicial de nitrógeno disponible, ya que se genera una alta inmovilización de este nutriente por parte de los rastrojos. El monitoreo es otro paso fundamental; se busca ponerles límites a las enfermedades desde estadios tempranos.

Pilar de la rotación

Para el maíz de primera, la densidad elegida oscila entre 80.000 y 85.000 plantas, mientras que en el caso de los maíces de segunda apuntan a 65.000 plantas y se los siembra a 1 m. entre hileras, obviamente pensando en rendimientos más bajos. «El trigo/maíz de segunda compite en los números con el maíz de primera. Con un trigo de 4.000 kilos y un maíz de 5.000 kg estamos en un rédito equivalente a un maíz de primera de 10.000-10.500 kg. En La Unión los de primera están dentro de esto, en tanto los de segunda oscilan entre 6.000 y 7.000 kg», advierte el profesional.

El paquete tecnológico es muy distinto; el costo de implantación del maíz de segunda equivale al 60% del de primera. Desde luego hay una diferencia importante en la fertilización dado el distinto rendimiento objetivo. «La recomendación para el de segunda es arrancar en torno del 10 de diciembre; en nuestro caso dada la escala del establecimiento a medida que se van desocupando los lotes los vamos sembrando. Nos ayuda estar en una zona que no es tan riesgosa en términos de clima. De todos modos valoramos sembrar el maíz de segunda dentro de tiempos lógicos; la fecha de implantación es menos delicada que en el caso de soja de segunda pero no nos relajamos».

Ciclo y velocidad de secado son clave en el maíz de segunda. Cuando llega agosto y se tiene un maíz cuya humedad no baja de niveles del 19% todo el esfuerzo que se hizo en términos de siembra y manejo se lo termina quedando el acopio que lo acondiciona. Por eso es vital la elección de materiales que lleguen con menor humedad al momento de cosecha.

¿Y la soja? En La Unión pasaron muchos años sin darle mayor espacio a la soja de primera, pero como se indicó, razones de fuerza mayor la han devuelto al planteo. De todos modos, se mantienen alejados de la sojadependencia: el poroto entra en lotes que vienen de cuatro cultivos en dos años.

Justianovich no duda del camino elegido. «Estamos convencidos de que el doble cultivo es la gran herramienta para mantener la sustentabilidad. Los hemos elegido incluso en años con precipitaciones restringidas, que es cuando más se marcan las ventajas de la originación de materia orgánica joven. Es un aporte vital que debe generar cada uno en su propio campo»

Fuente: Revista Chacra

Índices Ver más
Cabezas: 7.002
INMAG: 1.747,94
IGMAG: 1.435,96
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23/04/2024 Llama Creativa
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