La buena implantación de pasturas permite asegurar perennidad y una alta producción de forraje. Dentro del proceso productivo, el forraje se transforma, posteriormente, en kilos de carne. Las pasturas consociadas contemplan distintas combinaciones, que se formulan conforme a las característica de los ambientes, la composición del suelo, el tipo de explotación y las necesidades del productor.
Para la etapa de recría, Cristian Cuervo de la Agencia de Extensión Rural Junín – INTA, recomendó una pastura a base de festuca y tréboles, con un pequeño porcentaje de cebadilla, y fertilizar con sulfato de amonio. Este proceso se acompaña de un pastoreo rotativo y una aplicación de yeso y urea a la salida del invierno.
«Lo primero que tenemos que ver en una etapa de recría es la cantidad de pasto que el animal levanta del campo. Es decir, la cantidad de materia seca que después se convierte en kilos de carne. Si no tenemos una buena pastura consociada, difícilmente vayamos a tener una buena ganancia en la recría», dijo Cristian Cuervo.
Para afrontar el invierno, el INTA recomienda suplir la falta de forraje con verdeos de invierno, ya que aportan forraje de buena calidad en las épocas del año donde las pasturas perennes con base de alfalfa disminuyen su tasa de crecimiento. Los factores que influyen en el resultado productivo de los verdeos son: el tipo fertilidad del suelo, el clima, la especie y/o cultivar a sembrar, la fecha de siembra, la fertilización, las plagas y las malezas.
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